Línea de fuego de Arturo Pérez-Reverte

Aquellos que me conocen saben que soy de las pocas personas que anuncia cuando un libro del afamado Pérez-Reverte no me ha gustado, no hago una reseña negativa porque ese no es mi papel, ni siquiera lo anuncio a los cuatro vientos; pero si alguien me pide opinión, diré que no lo recomiendo.

Comentaba, no hace mucho, con mi amiga Raquel Romero, presentadora del programa de radio Obligaciones las justas, que, a priori, este libro reunía hasta tres razones por las que podría haber obtenido un mal resultado para mí como lectora. En primer lugar, Arturo Pérez-Reverte es un escritor que ha sido capaz de mantenerme pegada a sus libros y repudiarlos a partes iguales; es decir, que ha habido novelas que me han encantado y otras que no he podido ni terminarlas. En segundo lugar, la Guerra Civil española es un tema a nivel político y literario que me agota e intento no leer absolutamente nada relacionado con ello. Y, para terminar, su último libro, SIDI, no ha sido, para mí, lo mejor que haya escrito. Sin embargo, a veces, parece que quienes creen en las señales del destino tengan, hasta cierto punto, razón. Me explicaré.

En este puente de Octubre fuí a visitar con la familia a mis suegros, quienes viven a la otra punta del país y, tal y como están las cosas, prefiere uno ir y ver que todo marcha bien en primera persona. Mi intención era llevarme conmigo una novela de José Zoilo, pero se me olvidó en casa. Cual no fue mi sorpresa cuando descubrí en el hogar de mis suegros el último libro de Pérez-Reverte, Línea de fuego. Casi 700 páginas leídas en cuatro tardes.

El autor nos narra la historia de un momento puntual de la Batalla del Ebro, utilizando como recurso la invención del lugar, las unidades y los personajes que intervienen en ella. No obstante, las unidades y los personajes sí participaron en dicha batalla, guardando similitud sus actuaciones con las descritas en la novela. De entre ellos, yo he querido destacar algunos como es el caso de Patricia (Pato) Monzón, quien participó como miembro de una sección de transmisiones femenina al mando de cierto Teniente a quien apodaron Harpo. Al Alférez Pardeiro que con tan solo 19 años tuvo que hacerse cargo de una de las unidades de legionarios participantes en la batalla, con él destacaría al Cabo Longines y a un pequeño legionario de tan solo 12 años llamado Tonet. Y, por último, a cierto binomio, un tanto extraño, que consigue descongestionar la novela de tanta sangre, dolor y lágrimas, se trata del albaceteño Ginés y el Cabo Seliman, quienes con sus debates y discusiones consiguen arrancar, en más de una ocasión, una sonrisa.

En definitiva, y salvando las distancias, creo que con esta novela Pérez-Reverte ha regresado a sus mejores tiempos. Con ese lenguaje tan crudo, en ocasiones malsonante, el ritmo trepidante de los acontecimientos que transcurren a lo largo de la narración que casi no dan respiro al lector y, por supuesto, su experiencia como corresponsal de guerra que se hace patente en más de una descripción de penurias de la soldadesca, hacen que termine por recomendar la lectura de esta novela.

Sinopsis:

Julio de 1938, miles de jóvenes combaten en la trágica batalla del Ebro.

Sus nombres no son los que recuerda la Historia, pero cuanto les sucedió forma parte de nuestra memoria.

«Es lo malo de estas guerras civiles, ¿verdad?… Oyes a un enemigo llamar a su madre en el mismo idioma que , y como que así, ¿no?… Se te quitan las ganas

Durante la noche del 24 al 25 de julio de 1938, la XI Brigada Mixta del ejército de la República cruza el río para establecer una cabeza de puente en Castellets del Segre. En las inmediaciones del pueblo, medio batallón de infantería, un tabor marroquí y una compañía de la Legión defienden la zona. Está a punto de comenzar la batalla del Ebro, la más cruda y sangrienta que se libró nunca en suelo español.

Combinando de forma magistral la ficción con datos históricos y testimonios personales, Arturo Pérez-Reverte sitúa al lector, con sobrecogedor realismo, entre quienes, voluntarios o a la fuerza, lucharon en los frentes de batalla de la Guerra Civil. Sus nombres no son los que recuerda la Historia, pero cuanto les sucedió resuena en estas páginas con el dramatismo de una memoria que nos pertenece a todos.

Ésta no es una novela sobre la Guerra Civil, sino sobre los hombres y mujeres que combatieron en ella. La historia de los padres y abuelos de numerosos españoles de hoy.

Publicado por Mireia Giménez Higón

A lo largo de su carrera ha ido especializándose en la novela histórica, así como en la leyenda española como parte del folclore y estudio social de la historia de España. Contadora de historias y leyendas.

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